miércoles, 29 de julio de 2009

EL ARTE DE ESCRIBIR: LECCIÓN 2


Estimado lector:

Como lo prometido es deuda, he aquí la segunda entrega de este apasionante arte de escribir. Hoy voy a enseñarte las múltiples ventajas que posee y lo muy beneficiosa que resulta para la salud, tanto física como mental.
Comenzaremos analizando los beneficios físicos que reporta la práctica de esta actividad; así, y redundando en la comparación ya establecida en la lección número 1 entre este arte y el sexo, disminuye el estrés, contribuye al desarrollo de los músculos que intervienen como instrumentos de la acción, mejora enormemente la circulación sanguínea y proporciona un bienestar interior único. Entre los beneficios psicológicos, no te puedes imaginar cuán liberadora puede llegar a ser esta tarea; las tensiones y angustias que moran en el fondo del alma se alivian una vez impresas éstas en el papel y es así como escribir puede llegar a desempeñar esa función catártica tan bien recibida por el espíritu del sujeto que las alberga en su interior. Es por ello por lo que contribuye a un mayor autoconocimiento del individuo, pues se hace necesaria previamente la introspección del sujeto en sus sentimientos, emociones e ideas.
¡Y qué decir de las muchas facultades comunicativas que contribuye igualmente a desarrollar! Así, al igual que el sexo, mejora la comunicación entre los participantes en el acto; una comunicación fluida entre los participantes que intervienen afianza los lazos interpersonales, produciéndose entre los mismos un vínculo muy estrecho. Asimismo, el desarrollo de las habilidades lingüísticas conlleva un aumento significativo de la creatividad del individuo.
Como todo en la vida, no sólo en el sexo o en esta ardua tarea de escribir, es necesario hacer diversas pruebas y borradores, así como múltiples ensayos y autocorrecciones hasta dar finalmente con el modelo definitivo que será puesto en práctica; dicho modelo dependerá exclusivamente del gusto de los consumidores. En consecuencia, la capacidad crítica del individuo, así como su nivel de autoexigencia, se verá incrementada de manera vertiginosa. Una vez fijado, memorizado y aprehendido ese esquema definitivo, ya todo es cuestión de aplicarlo; cuanto más lo practiquemos, mayor dominio tendremos del mismo y tanta mayor la destreza que habremos adquirido.
La mejor recompensa: la satisfacción personal del trabajo bien hecho una vez concluida la actividad que nos ocupa. Bien, estimado lector, finaliza aquí esta segunda entrega del arte de escribir, pero amenazo con una última para que puedas perfeccionar tu técnica.

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